domingo, 10 de octubre de 2010

ESPECIAL: Mes de las Misiones 2

2- ENCUENTRO CON EL NECESITADO 
 Nuestros Obispos en la Carta Pastoral en ocasión a la Misión Continental, nos señalan que: “La misión lleva al encuentro personal para transmitir a Cristo. La misión es relación, es vínculo. No hay misión si no me relaciono con el prójimo. La misión necesita de la cercanía cordial. Y el desafío, desde esta cercanía, es llegar a todos sin excluir a nadie.( Carta Pastoral de los obispos argentinos con ocasión de la Misión Continental 19; 2009)

Benedicto XVI  nos advierte que  “El llamado a ser discípulos-misioneros nos exige una decisión clara por Jesús y su Evangelio, coherencia entre la fe y la vida, encarnación de los valores del Reino, inserción en la comunidad y ser signo de contradicción y novedad en un mundo que promueve el consumismo y desfigura los valores que dignifican al ser humano. En un mundo que se cierra al Dios del amor, ¡somos una comunidad de amor, no del mundo sino en el mundo y para el mundo! (cf. Jn 15,19; 17,14-16) (Benedicto XVI, Discurso Inaugural de Aparecida, 2)


Tengamos presente que “Jesús salió al encuentro de personas en situaciones muy diversas: hombres y mujeres, pobres y ricos, judíos y extranjeros, justos y pecadores…, invitándolos a todos a su seguimiento. Hoy sigue invitando a encontrar en Él el amor del Padre. Por esto mismo, el discípulo misionero ha de ser un hombre o una mujer que hace visible el amor misericordioso del Padre, especialmente a los pobres y pecadores" (Aparecida,  147)


Por lo tanto  “la misión es, también, salir como buenos samaritanos, al encuentro de las necesidades de los pobres y los que sufren y crear las estructuras justas que son una condición sin la cual no es posible un orden justo en la sociedad y desde aquí proyectar, como prioridad nacional, la erradicación de la pobreza y el desarrollo integral de todos”.(Carta Pastoral de los obispos argentinos con ocasión de la Misión Continental 37; 2009)

ORAR PARA VIVIR EN LA JUSTICIA  (Marcelo A. Murúa)
Jesús maestro bueno, enséñame el camino para vivir solidariamente. Ayúdame a convertir mi corazón duro en un corazón sensible y cercano a los que sufren.

Enséñame a ver el dolor, el sufrimiento, y las necesidades de los demás.
Dame la sencillez necesaria para conmoverme frente al prójimo y acudir en su ayuda...

Ayúdame a tener compasión, que no es lástima, sino solidaridad activa y compromiso con el otro. Sentir con el otro, padecer con él, movilizarse desde adentro para ir a su encuentro.
Dejar los propios intereses, para atender lo de los otros.  Aprender a dar, antes que pedir y que recibir…

Enséñame a ser solidario compartiendo lo que tengo, que no es mío sino regalo y don tuyo. Que mi fe pase por las obras concretas. Que no que quede en palabras.

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