"La solidaridad es una virtud que consiste en la determinación firme y perseverante de empeñarse por el bien común; es decir por el bien de todos y cada uno, para que todos seamos verdaderamente responsables de todos". (JUAN PABLO II)
Si cerramos los ojos y pensamos en la palabra solidaridad, inmediatamente se nos presentarán imágenes relacionadas con el afecto, sentimientos que se materializarán en respiración profunda, y tal vez sin darnos cuenta nuestro rostro se distienda en una tímida sonrisa.
¿Por qué percibimos estas sensaciones?
Propia de su naturaleza y condición humana, la necesidad de asociarse con otro para lograr el bien común de ambos, surge y permite establecer vínculos motivados en la semejanza o en intereses compartidos. Cuando de ésta decisión de vincularse, nace el hábito perseverante de colaborar con otros sin que haya un vínculo directo entre todos ellos, y ese hábito es mentor de un profundo compromiso para llevar adelante acciones orientadas al bien común de todos los involucrados, hemos internalizado y exteriorizado la solidaridad.
Desarrollar esta virtud requiere de apertura mental y espiritual, capacidad para cultivar la empatía, para desprendernos de toda tentación a juzgar desde nuestra escala de valores. Pues, en el infinito devenir de la historia humana, (entendiendo ese devenir como el factor dinámico que permite fluír cambios en la realidad); podremos comprender lo efímero que es el presente, ya que dejará de ser tal inmediatamente y lo que es hoy, mañana puede cambiar y mientras se producen esos cambios la humanidad está “siendo”, en todos los modos en que puede llegar a ser la persona humana.
Vernos en el otro, significa también reconocer que ese otro ser humano tiene nuestros mismos derechos, sin importar su raza, religión, condición económica, estrato social. La libertad la igualdad de dignidad y derechos son atributos propios de toda persona, sólo por su condición de pertenecer a la especie humana. El hombre como ser dotado de razón y conciencia tiene el deber moral de expresarse fraternalmente en su dimensión social.
Caridad y solidaridad son dos aspectos de una misma actitud de vida, ambas se orientan al hombre como individuo y al grupo de individuos respectivamente, reconociendo los mismos derechos para todos los miembros que integran la comunidad sin distinciones entre minorías y mayorías.
La solidaridad ha impulsado el avance de la humanidad a lo largo de la historia. Muchos luchadores anónimos dejaron a través de su conocimiento empírico sentadas las bases de logros para toda la humanidad, los que luego recogió el conocimiento filosófico creando las herramientas necesarias para la elaboración de leyes protectoras de derechos.
Así llegamos al artículo 1 de la Declaración Universal de Derechos Humanos: “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros” estableciendo el fundamento de la solidaridad.
MARTHA DE PEDRO de ZAMARO
que sencillo y hermoso comentario Martha! me llevó a una fácil y dinámica lectura y a una noble interpretación de lo que es la solidaridad.que pena que a veces seamos tan duros de corazón.
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