jueves, 22 de julio de 2010

PLAN DE PASTORAL ARQUIDIOCESANO


La Arquidiócesis de  Santa Fe ha publicado su Plan Pastoral , en el cual - siguiendo el método de la DSI: ver, juzgar  y actuar- se plasma conjuntamente  una mirada reflexiva sobre nuestra realidad social y un  programa de acción  a fin de superar aquellas “sombras” que nos perturban, mediante el esfuerzo y compromiso conjunto de todos los santafesinos. A continuación se transcriben algunos de sus párrafos ; invitamos a leerlo no sólo a los católicos, sino a los cristianos comprometidos con los valores evangélicos y a  los hombres y mujeres de buena voluntad que aspiran vivir en una sociedad más digna para todos.

1- EL MATRIMONIO Y LA FAMILIA
¿Cuáles son los datos que nos aporta la realidad de nuestro país y nuestra región? Argentina es uno de los países del cono sur que sufre el proceso de envejecimiento poblacional y se encuentra en la etapa de transición avanzada con natalidad y mortalidad moderada o baja, lo que se traduce en un crecimiento natural bajo. Nuestra provincia sigue esta tendencia con tasas de natalidad relativamente bajas; con niveles de recambio cada vez más bajos, tan es así que en el año 2008 se registraron en la ciudad de Santa Fe 6.237 nacimientos y 3.736 defunciones, mientras que en la provincia fueron declarados 54.396 nacimientos y 27.049 defunciones.

Si lo analizamos por grupos etarios, hay mayor porcentaje de embarazo adolescente (entre los 15 y los 19 años) y preadolescente (entre los 10 y 14 años). Las políticas de salud pública a nivel provincial han avanzado sobre el derecho de la educación sexual de los padres a sus hijos creando el Programa de Educación Sexual y Procreación Responsable, que desde distintos frentes (centros de salud, hospitales, escuelas, universidad, etc.) ha contribuido fuertemente a crear la mentalidad anticoncepcional y a la vez a separar la sexualidad del compromiso, de la fidelidad y del propio proyecto de vida personal. A pesar de este programa, para el que se destina un importante presupuesto en difusión y en insumos anticonceptivos y abortivos, la provincia no ha logrado que las tasas de natalidad en adolescentes desciendan, ni las hospitalizaciones por aborto ni el número de infectados por HIV Sida.

El matrimonio, como pilar básico de la familia, es la institución más afectada en este contexto(…) La nupcialidad está amenazada por un estilo de vida individualista que mina los cimientos de las relaciones estables y por un modo de intercambio relacional dominado más por la lógica del interés que de la donación.

Un apartado especial merece la cuestión de la pobreza y la exclusión social en sectores cada vez más vastos de nuestra población que impactan fuertemente en los vínculos familiares y traen como consecuencia “hombres y mujeres sin trabajo, niños y familias en la calle, mujeres abandonadas y explotadas, ancianos olvidados y sin protección social” (NMA 35 ). Sin trabajo no hay familia. 

2- LOS JÓVENES
Según un informe de la Dirección Nacional de Juventud, en nuestro país la población joven representa una cuarta parte de la población (25,8 %). Para ella, las tres variables que merecen mayor atención en el contexto actual son: la POBREZA, la EXCLUSIÓN SOCIAL y el TRABAJO. En tal sentido, observamos un crecimiento alarmante de nuestros jóvenes que viven en situación de extrema carencia: son pobres el 60% de los jóvenes varones y un 58% de mujeres.

Al mismo tiempo, también se acrecentó la cantidad de jóvenes que se encuentran en situación de exclusión: aquellos que no estudian ni trabajan. Este aspecto es especialmente preocupante no tanto por su magnitud cuantitativa sino en cuanto refiere a la imposibilidad de integración que sufren los jóvenes. Estas dificultades se relacionan básicamente con dos fenómenos que definen claramente las condiciones de vida: educación y trabajo, de allí que los datos devienen de la categoría “no estudian, no trabajan, no son amas de casa”. El grupo de jóvenes que se encuentra en tales circunstancias son aquellos que no sólo no logran integrarse a proyectos en el presente sino que se encuentran en condiciones de mayor vulnerabilidad para construir un proyecto de vida a largo plazo dada su desafiliación institucional.
La cuestión laboral, los transforma en un grupo social en riesgo, a partir de su dificultad e imposibilidad de inserción en el mercado laboral. Muchos de ellos, migran hacia la ciudad-capital, en busca de mejores y nuevas oportunidades que, lamentablemente, no siempre encuentran.

El mundo virtual se ha constituido en una atracción diaria, provocando un aislamiento social que parte, fundamentalmente, del desencuentro con la familia. Así, tenemos jóvenes inmersos en un marcado individualismo que, en algunos casos, suele llevarlos a la frustración dado que no encuentran sentido a la vida. Como correlato, la valoración de la misma, tanto propia como ajena, se diluye, haciendo que crezca el número de embarazos adolescentes, abortos, relaciones prematrimoniales y ocasionales. Los embarazos prematuros, que comienzan a ser frecuentes en distintos ámbitos, traen aparejada la venta de niños... sin olvidar cómo crece la prostitución infanto-juvenil. La violencia –física, la psicológica-; la droga, el alcohol, comienzan a introducirse en todos los ámbitos. Ya no puede hablarse sólo de algunos sectores.

Suelen ser noticia permanente los accidentes automovilísticos a causa del alcohol, la droga, que acaban con la vida de nuestros jóvenes.

En lo que refiere a la vida eclesial de nuestros jóvenes, nos encontramos con una escasa formación –y en algunos casos, adhesión- en los valores evangélicos. Se reclaman estructuras que puedan contenerlos teniendo en cuenta los tiempos que corren. Paradójicamente, no todas las estructuras cuentan con jóvenes que ejerzan liderazgos o, en general, se ven afectadas por la falta de compromiso.
Según las realidades en las que están inmersos, los jóvenes suelen encontrar atractivos cotidianos que los colocan en una situación de indiferencia frente a lo que la Iglesia propone. Ésta, en general, no sabe “cómo” o “qué” ofrecerles.

3- LA PASTORAL SOCIAL
Si bien el país y la región comenzaron un proceso de crecimiento económico a partir del año 2005, Santa Fe sufrió muchos inconvenientes dado que vivió y tuvo que sobreponerse a las secuelas que dejó la gran inundación del año 2003, la que afectó directamente a unas 130.000 personas, en especial en los sectores más pobres y desposeídos, los que debieron soportar situaciones dramáticas y de abandono. La recuperación económica y social de la ciudad fue muy lenta. Eso hizo que en estos años, sobre todo para los sectores más vulnerables, se incrementara la pobreza, la violencia, la prostitución, la marginalidad, marcándose cada vez más claramente la diferencia entre la parte de la sociedad que comenzó a sentir el bienestar económico -proveniente de la política económica que permitió al sector agropecuario e industrial producir y vender mejor sus productos, en un mundo que requiere cada vez más alimentos- y esta otra parte de la sociedad que aparece como excluida, a los que les resulta difícil insertarse en el mundo laboral y de capacitación, y que se sienten y son cada día más marginados. 
Esta realidad se agrava con el tema de la droga y la violencia, que son problemas sin solución hasta el presente, a pesar de que se están desarrollando algunos planes de lucha contra la drogadicción, pero con muy poca asistencia al adicto.

Santa Fe se transformó en la ciudad más violenta en el 2007 con índices similares a algunas ciudades de Brasil y superiores a Buenos Aires, cifras que no disminuyeron en estos años. El 90 % de los crímenes se producen como consecuencia de enfrentamientos entre bandas por cuestiones diversas, robos, y conflictos familiares en los barrios con mayores índices de pobreza. No son ajenas a estas consecuencias la falta de trabajo, muchas madres sostén de hogar, ausencia de servicios, asentamientos numerosos en lugares problemáticos o no adecuados que, a falta de políticas públicas adecuadas, no son organizados ni se planifican actividades concretas. En la actualidad también la violencia ha llegado en forma cotidiana a los sectores medios y altos: comercios saqueados, vecinos amedrentados por bandas de delincuentes, sí bien en algunos casos, tibiamente, comienzan a aparecer acciones concretas de vecinos que se organizan para la prevención y /o denuncia. Como una acción para disminuir los niveles de violencia en la ciudad, se realizó la Campaña de Desarme de la población promovida desde el Registro Nacional de Armas y la Municipalidad de la Ciudad, aún sin signos evidentes de progreso.
También la violencia se expresa a través del alto índice de accidentes de tránsito en la Ciudad Sede y en rutas de la provincia, llegando en la actualidad a números nunca antes registrados
Desde el poder público se están dictando nuevas reglamentaciones y campañas de educación y concientización que no han arrojado, todavía, los frutos esperados.

Como modalidad de protesta, los piquetes y los cortes de calles siguen siendo la forma de expresión por parte de grupos que demandan al Estado alguna respuesta o solución a sus carencias. Esto ocasiona problemas diversos: por un lado, se advierte la legitimidad del reclamo de los trabajadores y los excluidos, pero por el otro, la incapacidad del gobierno para solucionar los problemas de la gente y ejercer la autoridad que le compete. En medio de esta disputa se ubican los terceros quienes sufren por verse afectados en su vida cotidiana por esta clase de protesta.

El estado nacional y provincial desarrollan programas de asistencia, que si bien en algún momento pueden paliar la situación de pobreza inmediata, no educan a la gente en la cultura del trabajo y en ocasiones se transforman en un vehículo para la obtención de votos en las elecciones, anulando las iniciativas individuales y capacidades personales.
Los niños y jóvenes que nunca han visto a sus padres trabajar, desconocen el valor del trabajo lo que contribuye a que éstos queden excluidos del sistema. Desde todos los sectores se reclama mayor calidad institucional que genere confianza en la población; mayor participación popular, sin que el Estado de una respuesta adecuada a través de su acción o favoreciendo o apoyando la organización de la comunidad.

La falta de diálogo y acuerdo entre el Gobierno Nacional y el sector rural generó enfrentamientos estériles y una paralización de la producción que afectó y afecta especialmente a las comunidades rurales, las pequeñas ciudades e indirectamente a toda la sociedad, favoreciendo la migración interna, ya que las familias que los pueblos del interior no absorben con su actividad, son expulsadas hacia las grandes ciudades cristalizándose en éstas los cordones periféricos de miseria.

Existe en la sociedad un cuestionamiento al accionar de la justicia fundamentalmente debido a la demora en la resolución de los casos. Otra realidad social es la de los hermanos y hermanas privados de libertad en la que la Pastoral Penitenciaria trata de estar presente y anunciar la Buena Noticia. Las cárceles están superpobladas lo cual atenta directamente contra los que las habitan. Estas no cumplen el precepto constitucional de constituirse en centros de rehabilitación; al contrario, en no pocas ocasiones el hacinamiento y la convergencia de presos provenientes de distintos ámbitos (algunos del norte rural y otros de las grandes ciudades cosmopolitas), “entrenan” a algunos en prácticas delictivas que antes no conocían. El alojamiento de detenidos en comisarías es otra desvirtuación del sistema carcelario.

En cuanto al trabajo, la realidad de nuestro país y la región es compleja y cambiante. Tuvo, hasta Marzo del 2008, un incremento en los índices de ocupación efectiva pero desde esta fecha en adelante comenzó paulatinamente a disminuir, como consecuencia de la llamada crisis del campo. A este panorama se le sumó la crisis internacional cuyos efectos se están haciendo sentir ya en la economía real y en los puestos de trabajo, más allá del quehacer de las organizaciones, tanto de empresarios como de obreros, los que, con gran capacidad de diálogo y negociación ante los conflictos que permanentemente van apareciendo tratan de hacer menos penosa la pérdida de salarios o de empleos.

Si bien en ocasión de conflictos públicos importantes se observa cierto compromiso de los católicos, hay escasa participación de militantes de asociaciones laicales en las organizaciones sociales o laborales. Se observa una falta de información y formación de los laicos para generar su participación activa en el mundo de lo social.

En lo que respecta a la niñez y adolescencia en la Arquidiócesis, nos encontramos con una realidad difícil y compleja: la de los niños en situación de pobreza e indigencia y la problemática del trabajo infantil. Sin dejar de lado el aumento preocupante de los casos de maltrato infantil y desapariciones de niñas y adolescentes (trata de personas), en la Ciudad Sede y otras del interior. Muchos niños se ven obligados a trabajar para contribuir al sostenimiento de sus hogares, empleándose informalmente en negocios, en zonas rurales realizando tareas agrícolas, algunas riesgosas, manipulando pesticidas.; otros, en las ciudades como malabaristas en las calles, como limpiavidrios o vendiendo almanaques o estampitas en los colectivos. Sabemos que el trabajo infantil coloca al niño en una situación de indefensión total y lo priva del derecho a la educación, al juego, a la salud, disminuyendo sus posibilidades de incorporación futura al mundo del trabajo: lo excluye ya desde la infancia.
Hay lugares de nuestra Ciudad Sede de extrema pobreza por lo que es imprescindible atender prioritariamente a éstos niños, brindándoles más educación, más salud, generando políticas públicas que se orienten a crear espacios donde puedan tener esparcimiento y además formarse en un oficio, acorde con su edad. Si bien son numerosas las instituciones relacionadas a la infancia y adolescencia en riesgo que trabajan en esta problemática, sigue siendo insuficiente. Se necesita un trabajo conjunto entre el gobierno, las instituciones y las familias.

En lo que respecta al mundo de la salud crecen las dificultades para que las personas tengan acceso a una atención digna. La precariedad laboral hace que muchas personas no tengan acceso a las obras sociales o a las prepagas lo que genera un aumento de la cantidad de requirentes a los centros estatales de salud, careciendo éstos de capacidad para hacer frente a tal demanda.

Se nota en la población un desconocimiento del valor de lo público y un conformismo manifiesto para pasar de su condición de “habitante” a “ciudadano”. En este campo se presenta como muy importante el estudio y conocimiento de la Doctrina Social de la Iglesia, para recrear un cultura del bien común y el compromiso ciudadano del cristiano

4- EDUCACIÓN
En cuanto a los niños y adolescentes se evidencian: inestabilidades emocionales, dificultades en la afectividad; suelen vivir situaciones de incoherencia entre los valores y principios que sustenta la escuela con aquellos que traen del hogar. Así, presentan falta de hábitos, de orden. Esto demuestra, en muchos casos, el no seguimiento y acompañamiento de la familia como asimismo, la influencia del vertiginoso cambio social y cultural en el cual –ellos y sus familias - se encuentran inmersos. A nivel conducta (es decir, modos de adaptación al medio escolar), se observa un crecimiento de la agresividad, falta de tolerancia y desvalorización de la institución.
Nuestros alumnos sufren la influencia de las adicciones: alcohol, drogas e iniciación temprana en la genitalidad -entendida como sexualidad-, embarazos no deseados y, por otro lado, dedican tiempos prolongados a la navegación en Internet, juegos electrónicos, chateo, etc. Pero, paradójicamente, en un mundo donde la comunicación es tan vasta, nuestros niños y adolescentes viven y sienten la soledad.

En lo que respecta al cuerpo docente, la formación integral y específica es cada vez más escasa; falta un perfeccionamiento continuo para el ejercicio de su labor profesional. Paralelamente, podemos hablar de una pérdida del concepto de vocación y servicio, que es reemplazada por la concepción de “actividad laboral”, priorizándose el tema de la remuneración económica por encima de otras problemáticas. Hace falta un mayor acompañamiento formativo y espiritual al docente, que lo ayude a vivir la grandeza de su vocación.
Otras cuestiones impiden o afectan el espíritu de construcción de una verdadera comunidad: marcado individualismo; trabajo distribuido en distintos turnos y entre distintas escuelas; cansancio y abatimiento; descontento y malestar que provocan apatía; dificultades en la comunicación entre los distintos integrantes de las instituciones. Todo esto provoca dificultades para formar equipos de trabajo, para gestionar y concretar proyectos institucionales con las familias, con la comunidad y la parroquia; la no incorporación de los padres a la escuela; no hay una conciencia firme de inserción de la escuela en el medio social, la escuela abierta y al servicio de la comunidad.

Cabe mencionar, además: la carencia de estructuras escolares de ciclo completo en los barrios más humildes de las grandes urbes y la falta de incorporación de tecnología digital en las escuelas.
Frente a este panorama, la escuela está llamada a una renovación valiente. La escuela es, indudablemente, una encrucijada sensible de las problemáticas que agitan estos tiempos

5- CULTURA
(…) Parecería ir creciendo una mayor sensibilidad por los derechos humanos, especialmente de las minorías, y un generalizado rechazo hacia toda forma de discriminación, lo cual si bien se entiende, posibilita un también renovado anuncio del Evangelio. Hay también una mayor conciencia de la diversidad cultural y una mayor percepción de los aportes de la historia a la condición humana. La religiosidad “posmoderna” es generalmente sentimental y difusa, sin demasiados compromisos ni instituciones, a veces muy cercana a la superstición. Para las grandes tradiciones religiosas, incluido el catolicismo, esto ha significado una merma en sus adherentes. Esto ofrece la ventaja de que quienes realmente se comprometen en un camino religioso lo hacen con mayor convicción y menos por inercia, como era el peligro en otras épocas históricas.

Vivimos una cultura de la violencia. No existe cultura ni sociedad sin códigos; cuando toda norma moral es relativizada, cuando da lo mismo el error que la verdad, la cultura queda desacreditada y la sociedad sin rumbo. Nuestra cultura ha dejado de creer que existen el bien y el mal. Nuestra crisis cultural es una crisis ética. El grado de desesperación y desesperanza de los jóvenes de hoy es muy grande. Perciben que no hay futuro para ellos. Una cultura impregnada de narcisismo; que privilegia la individualidad. Una cultura del erotismo ambiental. Una cultura que debilita el sentido de pertenencia

ACCIONES ESPECÍFICAS :
Tema Pastoral Social:
1. Difusión de la DSI con reflexiones sobre temas específicos y de actualidad en coordinación con las otras áreas pastorales, en los colegios e instituciones laicales.
2. Realización de las Jornadas de Pastoral Social donde se reflexione sobre DSI y su relación con los problemas de la realidad social.
3. Visita a instituciones intermedias para hacer conocer tanto la DSI, como el trabajo de la Pastoral.
4. Priorizar un trabajo conjunto con otras pastorales en un sector determinado y focalizado de la ciudad de alta vulnerabilidad social.
5. Integrar a la UCSF y a la Escuela de Política en la reflexión desde la DSI.
6. Fortalecer la presencia de la Iglesia en relación con niños, jóvenes y mujeres en riesgo y las adicciones.
7. Formar agentes para acompañar la pastoral de la salud, penitenciaria y la infancia en riesgo.
8. Difundir la escuela del voluntariado de CARITAS.
9. Empeñar nuestros esfuerzos en la promulgación de políticas públicas y participaciones ciudadanas que garanticen la protección, conservación y restauración de la naturaleza 
Tema: Familia
1. Establecer equipos de pastoral familiar en todas las parroquias y escuelas.-
2. Fortalecer, a nivel decanal, los equipos de preparación inmediata al sacramento del matrimonio y la aplicación del manual de catequesis prematrimonial
Tema: Educación y Cultura:
1. Organizar cursos de formación catequética y doctrinal en las escuelas y la universidad para todo el laicado.
2. Promover retiros espirituales durante el año lectivo.
3. Participar en los medios de comunicación social e instituciones intermedias para manifestar y dar a conocer nuestra identidad cristiana.
4. Formar equipos para la evangelización de la cultura y el arte.
5. Difundir los centros de formación terciaria que ofrece la Iglesia.
6. Fomentar y fortalecer la formación del laicado en el IACS.
Tema: Jóvenes
1. Fomentar las instancias formativas para niños, adolescentes y jóvenes.
2. Formar dirigentes que animen comunidades de niños, adolescentes y jóvenes, en orden a afianzar movimientos y asociaciones existentes.
3. Realizar retiros, talleres, que permitan orientar vocacionalmente a niños, adolescentes y jóvenes, dándoles a conocer los distintos carismas y estados de vida.
4. Organizar misiones juveniles.
5. Establecer en cada decanato el equipo de pastoral juvenil y procurar la presencia del asesor.
6. Crear espacios en las parroquias para el encuentro de jóvenes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.